Una vez más, las ardillas tienen la oportunidad de seguir haciendo travesuras y de llevar al límite de la desesperación a Dave. Alvin, Simón, Teodoro y las Chipettes se embarcan en un crucero de lujo porque Dave tiene que viajar para recoger un importante premio musical. La travesía no es otra cosa que una excusa para que las ardillas se las compongan para poner patas para arriba a la nave. Las cosas se van a complicar porque una de esas travesuras termina bastante mal, y lleva a las Ardillas a una isla desierta con tesoro oculto incluido. En ese desolado lugar, todos deberán colaborar para subsistir mientras esperan el rescate que los lleve nuevamente a la civilización. Mientras tanto, Dave buscará desesperadamente a sus pequeños amigos, a quienes ama a pesar de que constantemente le complican la vida. Aparecerá en la isla tropical una nueva amiga, una náufraga que se complementará de maravillas con Alvin y las demás ardillas.
El director Mike Mitchell estructuró esta nueva aventura de los ya famosos animalitos sobre una serie de gags disparatados, sin prestar demasiada atención a la construcción de un guión sustancioso, de manera que el producto resulta claramente dirigido a los más pequeños. Desde luego, el acento está puesto en el carisma de Alvin y de sus amigos, y todo en la película se reduce a la repetición de las fórmulas humorísticas que tan buenos resultados dio en las primeras dos películas de la saga.